Keylogging: la nueva forma de los ciberdelincuentes para robar cuentas bancarias
En el mundo actual, las innovaciones tecnológicas avanzan a pasos agigantados y se ponen al servicio de la sociedad, la mayoría de las veces. Sin embargo, los hackers maliciosos también han perfeccionado sus métodos de ataque.
El fraude y el robo de información personal están representados en formas cada vez más complejas, desde métodos clásicos como el phishing hasta el reciente auge de técnicas como el quishing, clonación de huellas dactilares y el infame keylogging.
Cuando hablamos del keylogging en particular, destaca como una de las amenazas de malware más invasivas. Según informes anuales de expertos sobre ciberseguridad, durante el último año se han registrado más de 60 millones de ataques de malware, con el phishing, el ransomware y el keylogging como las amenazas más frecuentes.
Además, el keylogging es especialmente difícil de detectar y representa un peligro significativo, ya que puede acceder a datos y credenciales sensibles sin que las víctimas se percaten de lo que está sucediendo.
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Del mismo modo, el keylogging en forma de software o de hardware que tiene la capacidad de registrar cada pulsación que el usuario realiza en el teclado. Una vez instalado en un dispositivo, puede capturar información confidencial, incluidas contraseñas y números de tarjetas de crédito, con solo monitorear las teclas presionadas.
De más está decir que el riesgo es considerable debido a que este tipo de tecnología opera en segundo plano, recogiendo y enviando datos sin el conocimiento del usuario, lo que constituye una amenaza directa para la privacidad y la seguridad personal.
El keylogging puede manifestarse en un software que se instala de forma discreta en el sistema, además de dispositivos físicos que se acoplan a los teclados. En cualquiera de los casos, puede actuar sin ser detectado y cada pulsación del usuario es enviada a un tercero, a menudo con fines ilícitos.
Los cibercriminales pueden introducir los keylogging por medio de medios físicos, como dispositivos USB que conectan al ordenador, también, mediante pequeños dispositivos ocultos entre los cables del equipo. Igualmente, existen tres variables comunes que facilitan el acceso a las víctimas.
El primero de ellos son los rastreadores de formularios, los cuales están diseñados para capturar la información que los usuarios introducen en formularios web. Los keyloggers de JavaScript emplean pequeños fragmentos de código que se inyectan en los sitios web vulnerables y registran cada pulsación del teclado.
Por último, se encuentran los keyloggers API, los cuales interceptan las pulsaciones de teclado antes de que lleguen a su destino. Además, pueden almacenar la información
Ante el aumento de estas amenazas, protegerse contra los fraudes cibernéticos y el robo de información personal se ha convertido en más que una necesidad para cualquier usuario de dispositivos electrónicos en el mundo, por lo que resulta clave salvaguardar la información personal en entornos digitales.