TIC Defense te explica algunos factores a considerar para proteger la infraestructura crítica
La infraestructura crítica de una nación, la cual abarca servicios esenciales como el suministro de energía, el acceso a agua potable y las telecomunicaciones, enfrenta en estos días un riesgo creciente ante la ola imparable de ciberataques.
Si bien la digitalización ha impulsado notables avances en términos de eficiencia operativa, optimizando procesos y facilitando la gestión remota, ha tenido también un efecto secundario inevitable y es la expansión significativa de la superficie de ataque para los hackers maliciosos.
En este contexto, cada nueva conexión, dispositivo añadido o cada servicio migrado a plataformas digitales, se convierte en un potencial punto de vulnerabilidad que puede ser explotado por ciberdelincuentes.
En este sentido, expertos advierten con claridad este desafío, debido a que la creciente interconexión entre los distintos servicios críticos no solo amplifica las posibilidades de un ataque, también convierte cada sector en una pieza interdependiente dentro de un ecosistema complejo.
En otras palabras, un fallo o vulneración en un sector específico tiene el potencial de producir una reacción en cadena de proporciones considerables, afectando otros servicios vitales que dependen del mismo para su funcionamiento.
Como ejemplo, los especialistas señalan que una agresión cibernética dirigida al sistema eléctrico podría provocar la interrupción del suministro de agua e incluso, la caída de las redes de telecomunicaciones, generando así un impacto devastador que podría alterar la vida cotidiana de millones de personas.
Este alarmante escenario evidencia la urgencia de adoptar medidas de ciberseguridad mucho más sofisticadas, integradas y proactivas. No basta con proteger de manera aislada a cada sector. Es importante fomentar la colaboración transversal entre las diferentes áreas de la infraestructura crítica, estableciendo canales efectivos de comunicación y respuesta conjunta.
Tal como lo señalan los expertos, la construcción de un ecosistema de ciberseguridad que sea integral y cohesionado, es indispensable para mitigar los riesgos emergentes y garantizar que los servicios esenciales permanezcan operativos y resilientes frente a las amenazas que plantea el futuro.
De igual manera, se identifican varios pilares estratégicos que toda organización debería considerar prioritarios para reforzar la seguridad de sus infraestructuras críticas.
El primero de ellos es la visibilidad total de la red; disponer de herramientas avanzadas que ofrezcan una visión completa de todos los componentes de la red, es crucial para detectar a tiempo vulnerabilidades y anticipar amenazas antes de que se materialicen.
Protección en entornos de nube; dado que muchos sistemas migran progresivamente hacia arquitecturas híbridas o completamente basadas en la nube, resulta imprescindible adoptar soluciones que resguarden de manera eficaz tanto los datos como las aplicaciones que residen en estos entornos.
Capacidad de resiliencia frente a ataques; las organizaciones deben establecer planes de respuesta ante incidentes que incluyan protocolos claros de recuperación para minimizar el daño y restablecer la operatividad en el menor tiempo posible.
Cumplimiento normativo estricto; es de vital importancia que las entidades cumplan rigurosamente con las normativas y estándares internacionales de seguridad, particularmente en sectores como el energético o el de servicios públicos, donde las consecuencias de un incumplimiento pueden ser catastróficas.
Formación y concienciación continua; el factor humano sigue siendo una de las principales puertas de entrada para los ciberatacantes. Por ello, capacitar constantemente a los trabajadores y fomentar una cultura organizacional de seguridad es una defensa indispensable.